¿Qué tiene el equinoccio primaveral que hace variar nuestro
humor, nuestra energía y estado de ánimo?
Según los expertos en ritmos biológicos, al igualarse las
horas de sol y luna, las concentraciones hormonales del organismo se alteran
influyendo en las emociones, el apetito, las frecuencias de sueño y la
sexualidad.
Pero, ¿Será observable este cambio también en las tendencias
musicales?
El despertar primaveral en la naturaleza claramente suena
diferente; las plantas florecen, las
semillas empiezan a germinar, y este colorido permite escuchar los primeros destellos
primaverales. Vivaldi es sin duda el máximo exponente de la representación
musical de la “estación verde”.
Sin embargo, las melodías en las radios de moda también
parecen distintas; la música se hace más cálida y los hits del momento ya permiten
vislumbrar la época estival. Como describe Tiziano Ferro en su Primavera nunca
fue es como una ventana en primavera que se abre fácilmente y que se queda
siempre abierta aspirando los perfumes de un verano que se espera.
La música popular, siempre sabia y conocedora de estos
cambios, plasma en sus letras una y otra vez este espíritu primaveral. Se canta
a la primavera más que a ninguna otra época, como tratando de calmar esa
necesidad interior de florecer y canalizar la intensa energía que nos invade
sin control.
Desde el rock de Extremo Duro en su Locura Transitoria (Vuelve
a llegar la primavera y me molesta el sol., alma que nunca se deshiela y se
queja del calor), pasando por Jarabe de Palo con Primavera nunca llega (Y el
alma partida, la pena encendida, en la acerca me he sentao a esperar la primavera),
hasta bachatas como Primavera azul de Hector Acosta.
Una paciente que arrastraba una larga depresión, me dijo una
vez en sesión “la primavera es algo que
se escucha aunque estés tan metida en ti misma que te esfuerces en no hacerlo”.
Así pues, disfrutemos su fragancia; escuchemos llegar la primavera…