¿Quién no recuerda con cariño su etapa adolescente?
A menudo escucho comentarios alabando esta etapa vital y deseando regresar a ella: "Ay los 16! Quién los pillara...; Divina juventud; esa fuerza y energía de los adolescentes...
¿No estarán sin embargo, sesgados estos recuerdos?
Es complejo el momento de la adolescencia no sólo para los padres y madres que acompañan el proceso de crecimiento y maduración de sus hij@s, sino también para l@s propi@s adolescentes.
Crear una identidad propia diferenciándose de sus progenitores y acercándose a sus iguales (pero sólo a algunos de sus iguales), aceptar y asimilar los cambios irrefrenables de sus cuerpos que avanzan hacia la vida adulta, entender que siempre existirá quién les rechace en alguna de sus facetas a la vez que se encuentran en la etapa vital que requiere mayor necesidad de aceptación social, son algunos de los retos que se deben afrontar en la adolescencia y que generan grandes sufrimientos y altibajos emocionales.
Padres y madres lamentándose porque "su hijo o hija ya no es el que era" rememoran con nostalgia los tiempos en que los mecían en brazos y les daban el biberón, resistiéndose a aceptar que aquel bebé es hoy dueño de su propio camino y puede decidir por sí mismo, así como equivocarse, por más alto que se le repitan los riesgos de sus acciones.
Es por esto, que para tranquilizar a estos adultos atemorizados suelo utilizar una metáfora musical, pues a pesar de que los adolescentes toparán con gente "no deseada", exhibirán conductas de riesgo, tontearán con "sustancias nocivas" o al menos se cruzarán con ellas, y por supuesto se equivocarán y "meterán la pata" hasta el fondo no una sino mil veces, los valores inculcados siempre salen a la luz. Antes o después aparecerá en la joven cabeza la voz de su padre o de su madre advirtiéndole, instruyéndole en valores y marcándole el camino correcto, del que seguro se desviará para construir el suyo propio, pero este desvío no será tan catastrófico como auguraba la fantasía más negativista de la mente del progenitor.
Adjunto pues, mi metáfora musical, obra a la que yo he denominado "El canon de Pachelbel adolescente"; una variación del clásico canon llena de vigor y energía, puro rock.
Sin embargo, escuchando con atención, bajo las rebeldes y sonoras notas de la guitarra eléctrica y golpes de batería, se distingue clara la canción original; no se atenúa el mensaje melódico inicial; esa voz de aquellos que nos educan y que se mantiene bajo los gritos adolescentes en la lucha por su identidad.
