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Disonancias

Considerar la música como elemento omnipresente ha llevado a los estudiosos del universo a denominar “música de las esferas” a los tonos emitidos, presumiblemente por cada planeta, y dependientes de las proporciones aritméticas de sus órbitas alrededor de la Tierra. Fue Pitágoras quién popularizó esta teoría, según la cuál, el universo emite música, y ésta se rige por proporciones justas, armónicas. Promovió una visión estético matemática del mundo: lo bello, lo que suena bien, lo que nos transmite paz, está naturalmente determinado. Los griegos ya habían reducido la belleza a la proporción y la simetría, y en esta línea el sistema pitagórico establece que nuestro sistema neuromusical estaría biológicamente preparado para percibir las consonancias armónicas positivamente, y las disonancias de manera tensional.

Sin embargo, estas teorías entran en contradicción con algo que observo con frecuencia en terapia: personas que, en la improvisación, buscan la disonancia, que refieren sentirse cómodas en ella, que rechazan el mundo de proporciones justas y armónicas. ¿Se podría hipotetizar, que al ser pacientes clínicos, es su propia agitación interior, la que les lleva a  moverse en estos términos? Aún siendo así, esto no puede ser explicado desde la Teoría simplista de la naturaleza armónico consonante.

Por otro lado, si el universo fluye en paz, ¿cómo pueden producirse disonancias en alguno de sus elementos, como ocurre en el “sonar” de los humanos?

Starkman (2005) postula que en realidad el universo está lleno de “pequeñas disonancias” que se manifiestan a pequeña escala, en micro-ondas, aunque la primera impresión sea de una falsa armonía. Así, el TODO continua fluyendo, aún a pesar de las diminutas desarmonías en alguna de sus partes.
Pero, ¿cuál es entonces su función? ¿Por qué romper la perfección y armonía absoluta con sonidos disonantes?

Curiosamente, en psicología se conoce con el término de “disonancia cognitiva” al fenómeno que genera cambios en la persona, al hallar ésta una contradicción entre sus pensamientos/ creencias y sus actos. Para sentirse en coherencia consigo misma, cambiará su comportamiento (para actuar conforme a sus ideas) o modificará sus pensamientos al respecto (para poder seguir actuando de la misma manera). Una persona muy comprometida con el medio ambiente debería reciclar, y si no lo hace, encontrará una justificación para dicho comportamiento (no estoy de acuerdo con la gestión administrativa del reciclaje en esta ciudad, éste no es un método eficaz para proteger el entorno por tal o cual razón…).

En este caso, la función de la disonancia es clara: sirve para cambiar.

Igual que un acorde disonante pide resolver en otro biensonante, las  micro- disonancias de la vida facilitan el cambio; el universo es armónico, fluye y evoluciona, pero sin estos pequeños desequilibrios tensionales, quedaría estancado.

Por tanto, a la hora de definir la armonía del universo, quizá se deberían contemplar los armónicos consonantes así como los disonantes, pues sólo aceptando la disonancia, se puede fluir naturalmente.

¿Y tú….Disuenas?